Las llaman
“agencias de récord”, vaya uno a saber por qué. Para entendernos, aclaremos que
el neologismo se refiere a las agencias de publicidad autorizadas en exclusiva por
un anunciante para comprar en su nombre espacios o tiempos de publicidad. O
sea, lo que durante muchos años hicieron las agencias en todo el mundo a cambio
de una comisión fija, con lo que obtenían ganancias tan abultadas que les
hacían creer a sus clientes la falacia de que la creatividad iba en el mismo
combo como un servicio gratuito.
Tal vez por
eso, los marketers de todo el mundo están enfrentando
la disyuntiva de conservar o eliminar el vínculo exclusivo que los une a este
tipo de agencias. El primer intento fue la aparición de las centrales de
medios. Pero en los últimos tiempos han surgido numerosas alternativas, ya que
muchos anunciantes se aferran a la idea de que una creatividad novedosa ya no
puede surgir de la desgastada relación con su agencia de todos los días. De ahí
que se estén multiplicando los convenios con otros proveedores sobre la base de
proyectos puntuales, acuerdos temporales y otras variantes cuya eficacia está
aún en discusión. Pero las agencias
de record (AOR, por su sigla en inglés)
siguen teniendo defensores. Incluso en las propias filas de los anunciantes.
El debate
en torno a las AOR viene de algunos años atrás. Pero se potenció desde 2013,
cuando muchos anunciantes mundiales resolvieron prescindir de ellas, y también
de las llamadas “agencias líderes creativas”, que manejaban la mayor parte de
la publicidad de sus empresas.
Una compañía
que atravesó esa crisis fue PepsiCo. En 2013, el holding Omnicom creó un team para atender la publicidad de la
marca en Estados Unidos, formado por varias agencias del grupo. Pero la marca
terminó mirando a otros shops, muchos de ellos por fuera de Omnicom, para
conseguir campañas más resonantes.
Cuando el
ejemplo se extendió, florecieron las predicciones negativas sobre el futuro del
modelo AOR.
En su origen,
las AORs se establecieron como un asociado exclusivo con el anunciante. Todas
las marcas pasaban por ellas, tanto creativa como operativamente. Pero en los
últimos tiempos, la gestión de las agencias de record está declinando y los
marketers están contactando proeedores fuera del ambiente de las agencias.
Los
nostálgicos recuerdan que, en una época, los clientes elegían una agencia, la
designaban como su AOR, firmaban un contrato, pagaban una suma mensual de
“mantenimiento”, y la sociedad duraba muchos años.
Estos
acuerdos dominaban la industria publicitaria, sobre todo porque esas agencias
conocían muy bien las plataformas tradicionales de televisión, radio y medios
gráficos.
Ahora,
aunque en muchos casos persiste el sistema, la actitud de los clientes hacia
esa exclusividad ha cambiado radicalmente. Las AORs no supieron o no pudieron
convencer a los clientes de que podían manejar la velocidad y complejidad de
las nuevas plataformas interactivas y sociales.
Hoy, el
nombre del juego es la especialización, y de esa creencia surge que ninguna
agencia por sí sola podría manejar todas las necesidades de un cliente.
Hay otro
poderoso factor en juego: el aumento de la importancia del procurement y su consecuencia: el modelo de eficiencia en los
costos. En muchas compañías, la mera existencia de las AORs se está viendo
jaqueada por el procurement, que ya
señala el camino cuando se trata de buscar una agencia de publicidad para el
anunciante. Y que sostiene que el precio de una idea se puede calcular como el
de una docena de tornillos.
Los
parámetros de la disputa están bien delineados. Por un lado, aquellos que
sostienen que la búsqueda continua por conseguir la mejor agencia para una
tarea dada y en un momento determinado es algo muy positivo. “Después de todo,
¿quién puede negar que una marca desea el mejor trabajo para todas las
campañas?”, dicen los que propugnan la renovación. Desde el otro sector les
responden que los constantes cambios pueden ser dañinos, porque no permiten
crear la clase de relación profunda capaz de nutrir a la confianza necesaria
para asumir los riesgos. Ni posibilitan una continuidad de trabajo que se
traduce en un mayor conocimiento de las marcas: su historia, su personalidad, su
competencia, su mercado.
Hay
quienes aseguran que el modelo de las AORs ya no volverá a ser la norma para
las relaciones cliente/agencia. Pero también están los que sostienen que la
idea, en el fondo, sigue siendo válida, y que esto depende de la industria, las
necesidades del cliente y del producto en sí mismo.
“Ahora ya
no se mira a las agencias como verdaderos socios del negocio, como en los
gloriosos días de las AORs. Sólo se las percibe como proveedores”, resumió un
experto. Y eso no deja de tener su costado negativo: saltar de una cuenta a
otra, de un proyecto a otro, obliga a las agencias a dedicar enormes energías
para mantener su porfolio de clientes
-sin ninguna garantía de fidelidad, por más que los resultados hayan sido
exitosos- y les impide crecer y desarrollar una infraestructura para responder
a las nuevas demandas de los mismos.
La
discusión sobre el punto tuvo en los últimos tiempos enfrentamientos entre
encumbradas protagonistas del mundo empresarial. Por un lado,
la CMO de
Kraft Foods, Deanie Elsner. Por el otro, la responsable de marketing y
comunicaciones de Mondelez International, Dana Anderson.
La señora
Elsner dice que “el esquema de las AORs de ninguna manera está moribundo”, y para
probar sus afirmaciones mantuvo intacto el grupo de agencias con las que
trabaja. Pero aclaró que Kraft “continuará con su test de presión para tener
las agencias justas y poder ganar en este mundo de marketing basado en la
precisión”. Para ella, “la gran idea de las agencias de record está viva y goza
de buena salud”, aunque reconoce que “el traslado de esa idea a diferentes
canales de medios puede ser más apropiado fuera de las agencias de record,
desde el punto de vista de la ejecución”. En ese sentido también cree que las
AORs “tendrán que figurarse una forma de canalizar ideas en diferentes medios
de una manera más eficiente”.
Como
contrapartida, su colega Anderson minimiza la importancia de las AORs, al decir
que “lo digital ha creado miles de nuevos medios”, de modo que no sería posible
para una agencia ser experta en todas esas áreas. Por esa razón, señaló, “hemos
expandido significativamente nuestro roster de agencias; pasamos de tener un
puñado de agencias de record a trabajar con más de una docena de agencias
diferentes”.
A su vez,
Elsner reconoció que las agencias creativas están todavía focalizadas en las
grandes y lustrosas campañas de TV, pero “lo que necesitamos conseguir son
plataformas creativas que sean más ágiles para canalizarse por los nuevos medios”.
Por
cierto, esto puede significar menores ingresos para las agencias. Pero varias de
ellas están aceptando la nueva realidad, mientras incrementan las capacidades
de producción in-house para enfrentar
la demanda de más contenidos digitales y a menores costos.
Elsner sostiene
que, sin la supervisión de las AORs, las marcas se arriesgan a ser absorbidas
dentro del stunt marketing* mientras
buscan producir hallazgos en diferentes canales de medios sin proteger el valor
de la marca. “Ahí es donde las AORs se convierten en valiosas”, aseguró. “Ellas
pueden observar esas cosas y decir si son verdaderamente adecuadas”.
Partiendo
de la idea opuesta, Mondelez ha utilizado múltiples agencias a la vez para sus
diferentes negocios. Pero pese a eso, afirman sus directivos, “Mondelez no está
lista para abandonar completamente a las AORs”.
El proceso se acelera
Mientras
el debate continúa se van sumando acontecimientos que siguen modificando la
situación. Algunos marketers han decidido separarse de su agencia líder para
pasarse al modelo de trabajo “por proyectos”, y utilizar sólo ocasionalmente
una agencia para que desarrolle esos proyectos.
También ha
revivido una costumbre de antaño: las agencias in-house (o cautivas), que siempre fueron vistas como burocráticas
y poco creativas, pero que les dan a los marketers un control total sobre el
proceso publicitario y, fundamentalmente, sobre los costos, la bandera del procurement.
Todo esto
complica las cosas. Especialmente el modelo de proyectos: las agencias pueden
hallarse de pronto en problemas si manejan proyectos para un cliente, y en ese
momento encuentran a un potencial nuevo cliente de la misma categoría de
producto que vea a ese proyecto como un conflicto de intereses.
“Nuestro
negocio ha cambiado, hay más trabajos por proyectos”, comentó John Butler,
director creativo de BSSP, parafraseando lo que el publicitario argentino
Ricardo De Luca había dicho muchos años antes: “Las agencias ya no tenemos
clientes, tenemos trabajos”.
Aunque la declinación
de las AOR y el movimiento hacia el trabajo por proyectos todavía es algo
relativamente específico de los clientes, algunos líderes de agencias sospechan
que los marketers que ahora van hacia los proyectos de trabajo terminarán
migrando hacia lazos más profundos y duraderos. “Yo creo que vamos a retornar a
algún tipo de asociación de más largo plazo con las marcas grandes”, señaló la
CCO de Leo Burnett North American. “Y para poder pensar en un largo plazo, uno
necesita preservar sus relaciones”.
También
está el caso de Target, un anunciante que comenzó su relación con la agencia
sobre la base de proyectos, pero
como la agencia siguió aportando ideas adicionales, terminó asignándole más
trabajos.
La peor
parte de los proyectos es figurarse cómo será el año venidero. Un problema complejo,
porque se trata de un ingreso no-recurrente, lo que plantea la duda de cómo integrar
el staff de la agencia.
Lo concreto
es que el modelo de las agencias de record va cediendo terreno paulatinamente, pero
sin la velocidad que algunos auguraban. Lo más probable es que muchas agencias
de record retengan ese título, que irá convirtiéndose cada vez más en simbólico
antes que práctico. Y que los marketers, especialmente los que necesitan dar un
vuelco en la performance de sus marcas, se fuguen de ese vínculo para
experimentar nuevas relaciones.
Para
manejar mensajes coherentes en los distintos canales, las agencias continúan
luchando con la práctica de las llamadas Comunicaciones Integrales de Marketing.
En un tiempo de rápida fragmentación de los medios, ése continúa siendo el talón
de Aquiles de las agencias. Algunos clientes son escépticos ante la idea de que
las agencias tradicionales asimilarán un modelo digital más relevante, pero
reconocen la importancia de contar con una cabeza que ejerza la supervisión
sobre todos los mensajes que se emiten.
¿Qué opinan los
publicitarios?
Los
publicitarios sostienen que trabajar con varias agencias es un trabajo duro
para el cliente, al que debe dedicarle mucho tiempo y esfuerzo. Con el
agravante de que necesita tener un grupo de profesionales muy capacitados para
mantener el "core business" de las marcas y que todas las acciones
durante el año respondan a ese eje.
La
elección de agencias no es fortuita, en muchos casos ya hay una experiencia
previa, son agencias cuasi alineadas o que se han ganado el espacio para ser
convocadas. Ser muy buenos siempre paga.
Para
ilustrar esta situación, algunos creativos apelan a la metáfora del harén y
manifiestan sentirse cómodos con este formato de trabajo hasta el momento.
“Estar en el roster te da un sentido de pertenencia -dicen- ser parte del roster
es mejor que no serlo”. Pero también aclaran que para que sus agencias sean
sanas económicamente necesitan varios clientes con sus fee mensuales.
¿Hay un modelo ideal?
Hoy
las necesidades de los consumidores son tan distintas que tanto clientes como agencias
están entrando en una era de diálogo muy diferente a la que venían teniendo en
las estructuras convencionales. El volumen de contenido aumenta
dramáticamente en un diálogo que contrasta con el monólogo de hacer planes
convencionales de marketing como estábamos acostumbrados. Las reglas y las
necesidades son distintas y las agencias convencionales tendrán que adaptarse o
desaparecer.
Pablo
Gazzera –vicepresidente de Unilever- aporta un punto de equilibrio a la
discusión: “No son buenos los extremos. Depende de las necesidades de las
marcas”, sugiere. “Lo ideal es tener un modelo híbrido, es decir, un partner
estable y estratégico. Un socio que se mantenga en el tiempo y crezca con la
marca. Al mismo tiempo, quedarte exclusivamente con una visión te sesga. Hoy
las comunicaciones son mucho más complejas”.
Hay
otros que coinciden con estos conceptos: The Coca Cola Company, por ejemplo, busca
el equilibrio en un modelo mixto, con una agencia lo más integral posible en
cada país, y luego un pool de agencias
acotado, con diversidad para desarrollar creatividad para diferentes marcas y/o
proyectos, con un vínculo estable que habilite el conocimiento mutuo y cierta
predictibilidad en el scope de
trabajo en el tiempo para la agencia.
Sea
como fuere, las nuevas reglas de juego ya comenzaron a instalarse.
Pero
cualquiera sea el modelo elegido, lo fundamental será -como siempre debió haber
sido- que anunciantes y agencias se visualicen como socios confiables. Que
puedan establecer una relación cuya transparencia la hará inevitablemente
duradera y fructífera.
Si
los marketers quieren impedir que sus rivales contraten a las agencias con las
que ellos trabajan deberían considerar contratarlas por períodos más largos. Es
un detalle de sentido común: en el harén los problemas se producen cuando el
jeque se distrae y no atiende a todas sus esposas como corresponde.
* Traducible como un truco
de la publicidad. Es un
evento planeado y diseñado para atraer a la atención
del público hacia los organizadores del evento o su
causa. Pueden ser organizados
profesionalmente o creados por aficionados.
Fuentes consultadas: http://www.adlatina.com