lunes, 3 de febrero de 2014

Publicitarios opinan sobre la publicidad

Saben de qué hablan. Conocen el paño. Vale la pena 

escuchar a algunos profesionales cuando hablan a calzón 

quitado. Pueden dejarnos algunos temas para seguir 

reflexionando. Tanto a los anunciantes como a las agencias.


¿Hay una "juniorización de la publicidad?

A partir de charlas y comentarios con gente del mercado publicitario observo que existiría algo así como una tendencia hacia la ¨juniorización¨ de la actividad. ¿Qué quiero decir con esto? Que en el día a día se generan equipos de trabajo -tanto del lado del cliente como de la agencia- que saben decir “No” pero que no tienen la capacidad ni el poder de decisión para decir “Sí”.


Esto concluye en interacciones entre personas que dan devoluciones de terceros (y que no pueden justificar esas devoluciones ya que no son de ellos), y quienes las reciben las trasladan internamente dentro de la agencia, generándose grandes cadenas que hacen que todo el trabajo se dilate y sea engorroso.
No es extraño irse de una reunión con una impresión positiva y que a los 3 días te hagan una devolución formal que está muy lejos de lo charlado en la presentación.
Esta situación debería ayudarnos para ser cada vez más prolijos y exigentes con nosotros mismos, en donde la definición de un brief consensuado con el cliente es indispensable para poder desarrollar con eficiencia cualquier trabajo, por sencillo que sea.
No olvidemos que quienes trabajamos en agencias de publicidad tenemos la función y la responsabilidad de brindarle servicios a nuestros clientes, con todo lo que eso implica: asesorándolos y ayudándolos a pensar y simplificar cualquier necesidad que surja en cuanto a comunicación, independientemente de si ellos saben conducirnos a dicha necesidad.
No puedo dejar de remitirme a cosas que me han contado, respecto a épocas pasadas (que no significa que sean mejores, pero sí distintas), en donde había una mayor nivel de cualificación en los puestos de trabajo y quienes decidían (o podían decir “Sí”) participaban en las reuniones.
La realidad es una y es la de hoy, y todavía tenemos que aprender a no trabajar por intuición y esforzarnos por pedirle al cliente que nos ayude a decidir ¨qué pretende de la comunicación¨, para nosotros luego decirle ¨cómo decirlo¨. Para exigirnos también tenemos que exigir. Todo por una comunicación más clara y efectiva, como lo que nos piden diariamente.

César Badini (h), Director de Cuentas, en Revista ADN, marzo 2013


"Para ser publicitario hay que haber leído mucho, ir mucho al cine, a la cancha y, sobre todo, al supermercado"

En las universidades argentinas ni David Ratto ni Hugo Casares podrían enseñar publicidad. Tampoco David Ogilvy ni William Bernbach. Ni casi todos los grandes publicitarios, vivos o muertos, de la publicidad local o internacional. Porque hace falta tener un título universitario, aunque sea de agrimensor o dentista.
Las universidades les cobran mucho a los alumnos y les pagan poco a los profesores. De los que tienen título universitario, muy pocos son o han sido buenos profesionales.
En cambio, cualquiera puede ser Presidente de la República, pero hace falta un registro profesional para ser taxista. Y muchos de ellos no saben dónde queda Esmeralda y Corrientes.
Para ser publicitario hay que tener condiciones y conocer el lugar en donde se trabaja y a su gente.
La mejor publicidad del mundo es la inglesa. En Inglaterra. Y la boliviana, en Bolivia. Nada es bueno si el “target” no lo entiende.
Para ser publicitario hay que haber leído mucho, ir mucho al cine, a la cancha y, sobre todo, al supermercado.
No está mal saber algo de teología, porque desde hace 2.000 años los cristianos y más de 5.000 los judíos, han convencido a casi todo Occidente de la existencia de algo que nadie vio.
La publicidad debe ser ética. No se puede entusiasmar a los niños con algo que los padres no pueden comprarles.
Y los popes de la publicidad mundial no debieran viajar siempre en primera ni alojarse en hoteles exclusivos.
Es bueno ir a Cannes. Pero no es bueno crear para Cannes.
Si pudiera volver a empezar estudiaría Ciencias Económicas porque la publicidad, también, es un negocio.


Gabriel Dreyfus, creativo y dueño de agencia, en Adlatina.com, agosto 2013


Botón de muestra

Un buen ejemplo de lo que postula Dreyfus es Martín Mercado, director general creativo de Young & Rubicam Argentina; creador del comercial de Coca-ColaPara todos”, que fue traducido a más de veinte idiomas y que ganó un León de Plata en el festival de Cannes; y deCámaras de seguridad”, para la misma marca, que se convirtió en el primer spot argentino en integrar la tanda del Super Bowl.


A los 6 años, Mercado perdió a su padre. Único hijo varón, debió salir temprano a trabajar. "Viví 30 años en French y Pueyrredón. Fue muy loco, porque cuando murió mi viejo pasamos de ser una familia de clase media a ser una familia necesitada en pleno Recoleta", rememora el publicitario, cuya primera obligación rentada fue doblar la ropa en el lavadero automático de un tío, en Caballito. "Tenía 13 años y ya tenía que pagar las expensas", cuenta.
Después, estacionó autos en un garaje del microcentro porteño. Meses más tarde, trabajó en un quiosco; luego, en una agencia de viajes, como cadete. "Lo de las enseñanzas de la calle no es una frase hecha. Esa experiencia me ayuda hasta hoy, incluso para vender productos de consumo masivo. Acá hubo presidentes que no sabían cuánto costaba el boleto de colectivo."


Fuente: Revista La Nación, abril 2013