jueves, 14 de marzo de 2013

La creatividad basada en la data es una creatividad mediocre.


Quienes trabajamos (seriamente) en publicidad no renegamos de los estudios de mercado ni de los testeos. Pero los consideramos una herramienta, no las tablas de la ley.
La data debe ser precisamente eso, una herramienta. Para no convertirse en el refugio o la justificación de los que no se animan a tomar riesgos.
Veamos lo que opina al respecto Adam Kleinberg, CEO de Traction, una agencia de publicidad interactiva con sede en San Francisco, en una nota publicada en la revista Advertising Age.

Basar todo su marketing en la data no es una solución creativa.
Hace algunas semanas, pude escuchar accidentalmente a un colega de otra agencia jactarse de que “la data conduce cada pieza creativa que producimos hoy en día”.
Mi reacción inmediata fue: “Ah, bueno. Su creatividad debe ser muy mala”.

Los publicistas estamos en este negocio para vender cosas. Ayudamos a nuestros clientes a afilar sus mensajes para que llamen la atención de sus consumidores. Lo hacemos con mayor efectividad cuando esos mensajes son verdaderos.
Por cierto, los mismos clientes son nuestros consumidores, así que es tentador crear un mensaje que apunte a ellos. Y con los marketers que se derriten viendo el potencial de la gran investigación, muchas agencias están ansiosas por armar una historia que esos consumidores estén deseosos de oír.
De ahí proviene la noción de que toda la creatividad debería basarse en la data. Pero… ¿debería?

Por cierto, la data tiene su lugar. Las agencias que usan estadísticas de Nielsen (o el que fuera) para apoyar recomendaciones estratégicas no hacen nada novedoso.
Las oportunidades más nuevas, como la publicidad dinámica creativa que optimiza los mensajes, las ofertas y aún las imágenes en tiempo real en respuesta a la data, pertenecen claramente a las herramientas de los marketers directos.
Pero asegurar que toda la creatividad debería estar orientada por la data es condenar a una marca a la parte media del paquete. La data puede ayudar a evitar riesgos (si no se la malinterpreta). Puede ayudarlo a incrementar las ganancias. Y, si usted es afortunado, puede conducirlo a un contundente momento de aprobación.
Pero los insights son raros. Y el insight es vital. A veces la data provee insight. A veces provee confusión.

El insight sólo puede aparecer de las entrañas de un redactor experimentado –o incluso del capricho de un programador joven- como también puede aparecer en la mente de un analista de datos subido a una resma de hojas llenas de cifras.
Usted puede encontrar un insight en la ducha antes que en una de esas hojas.
La data no le dice si debe contratar a una celebridad. La data no le dice que debe inventar la Nike Fuel Band (http://www.nike.com/us/en_us/c/nikeplus-fuelband).
Cuando mi agencia creó una campaña para Adobe alrededor de un juego llamado “Real por Fake?”, no hubo ninguna data involucrada. Alguien tiró la idea en un brainstorming y nuestro director creativo dijo: “¡Eso es!”. Ese programa ha sido el soporte principal de los esfuerzos globales de marketing de Adobe desde 2008.

Años atrás, antes de entrar en el negocio, conseguí un trabajo como broker, en el que permanecí durante algunos meses. Lo primero que nos enseñaron fue aconsejar a nuestros clientes que diversificaran sus portfolios.
Ese portfolio podría ser más conservador y arriesgado, dependiendo del lugar, los objetivos y el status financiero de la persona, pero siempre debe ser diversificado. Los marketers necesitan adoptar el mismo approach.

Muchos usan el modelo 70/20/10 para ubicar los fondos, dividiéndolos entre los ya probados, los “canales emergentes” y lo experimental. Yo diría que ese es un portfolio conservador, porque creo que una completa mitad de las cosas que debemos hacer por nuestras marcas no son cuantificables de antemano.
Un aumento sustancial de esa mitad debería ser conducida por los instintos. Por los instintos de gente brillante, claro. Por los instintos apoyados por razonamientos estratégicos, absolutamente.

Pero postular que la data debería conducir todo lo que hacemos es creer en nuestra propia exageración. Abandonar el pensamiento que abre caminos sólo porque no está apoyado por las estadísticas, es una tontería. Porque limita severamente el valor que nosotros, como agencia, podemos darles a nuestros clientes.